Teatro Bitácoras.
…Norte, sur, oriente, occidente
y yo.
…y vos, y yo, y todos…
Somos Teatro
Bitácoras. Somos una tripulación de estudio y creación poética desde y para
el escenario y, por ahora, abordamos el nombre de Compañía. Ahora recorremos las aguas de La Ceja del
Tambo, en el oriente antioqueño, y desde aquí, desde este verdadero mar de los sargazos,
invocamos el viento de las artes.
Teatro
Bitácoras zarpó un 27 de marzo de 2011 con la idea fija de huir
despavoridamente del teatro, para reencontrarnos con nosotros mismos, con la
corriente perpetua de la búsqueda y con nuestra propia bitácora hacia el teatro
que queremos perseguir (pero nunca encontrar, para no cerrar páginas). En la
despensa hemos dispuesto pólvora, cine, vino, libros, cómics, un giroscopio de hueso, pinturas y pintores,
la música del mundo, collares y danzas del mundo, harapos, vestidos de alta
costura tejidos de legítima impaciencia, a Alexander Mc Queen, una trapera
limpia, cadenas para quien no se amotine, recámaras para atraer polizones,
tiburones hambrientos, más libros, calculadoras y herramientas de todo tipo de
vergüenza, y, sagrado e indispensable: un televisor. Hemos definido nuestras
rutas viendo televisión.
Desconfiamos incluso de los mapas, pero los
coleccionamos con recelo, pues siendo nuestro destino la tierra movediza de la
conciencia humana y, más allá de todo, el de llegar a ninguna parte un martes
por la tarde, sabemos que la única brújula confiable es la que desordene al
cielo y las estrellas, y desmantele las corrientes que nos guíen.
Durante estos años de zozobra firme hemos conocido
algunas islas, alguien podría llamarlas obras o trayectoria artística, cada
cual… Iniciamos convirtiendo algunos parques, desde la mirada de Manet, y de nuestras manías afrancesadas, en
un paraje del siglo XIX, en los Campos Elíseos, con la obra Desayuno sobre la Hierba (2011). Luego desafiamos las tormentas de la
poesía, conjurando su ira con danza, luz y tambores africanos en el montaje Palabras y Tambores (2011). Como un Juego de truanes y mocosos niños de 8 años, despertamos un
dragón y lo llevamos a las plazas a interrumpir la batalla de dos maleducados
caballeros medievales, San Jorge y el
Dragón (2012). Cumplimos un sueño inhumano: llevamos a la escena algunas de
las versiones más trágicas y humanas de la naturaleza humana con la adaptación
del cómic La Broma Mortal de Alan
Moore; Batman, el Joker y gente asesinada en la producción Batman: Un Motivo para Reír (2013). Cambiando de mares y climas,
mantuvimos el sextante fijo en la tragedia y escarbamos en el vientre de Medea,
prolongando la danza de los hijos en los brazos, de manera que la furia y la
venganza final detonasen desde el combustible materno, Medea Madre (2014). De los viajes recogidos y los anhelos de
parajes que aún no conocemos, construimos un recorrido por las músicas, las
danzas y los cielos del mundo tal como lo imaginamos, compartiendo escenarios
con otros amigos músicos y bailarines: Sobre
las Alas del Mundo (2014). A la luz
de las pinturas de Débora Arango, del Roman
de Fauvel del siglo XIX, de la fauna
política y la receta tradicional de la morcilla cenamos con las figuras
zoogástricas del poder en la obra La
Republica de Débora Arango (2014). Justo ahora estamos juntando las últimas
monedas para saldar una deuda con nosotros mismos, y atracar en las danzas
terribles y apasionantes de lo que puede significar estar en los zapatos de las
mujeres, que es una maldición contemporánea más antigua que Andersen o las
leyendas nórdicas, con la obra Las
Zapatillas Rojas (Junio de 2015). Y claro, como buenos piratas,
continuaremos atesorando deudas, anhelando otras islas y proyectos: Gracias a
la Beca Nacional de Teatro de Calle “Juglares”,
del Ministerio de Cultura,
estrenaremos hacia finales de este año Momo, Casiopea y los Hombres Grises, para
el futuro dejamos los insomnios de La
Rumba de la Muerte: una versión negra e injusta de la muerte (para que no
nos resulte tan ajena) rumbiando con el muerto de Píper Pimienta, La Balada de la Cárcel de Reading¸
nuestra forma de danzar una cárcel con Óscar Wilde, y una visión teatral de la
poesía indígena americana con Serás como la Tierra.
Por verdadera malicia, la del que esta mojado y
empuja a los demás al charco, lideramos una escuela de formación escénica en la
que profundizamos sobre dudas e incertidumbres con niños, jóvenes, adultos y
abuelas entrañables en La Ceja y otros municipio: sin embargo nuestra escuela
no es semillero ni cantera del grupo, lo que nos permite guardarla en la
despensa, y llevarla a otros sitios, regando la epidemia, y coleccionando
enfermedades de otros creadores, que comparten con nosotros estos procesos de
diálogo.
Como a todo solitario la soledad no nos ha
respetado y nos ha puesto en muelles y altamar cuadrillas de marineros aliados
de todo tipo: Hacemos parte de la Red Movimiento GATO, que maúlla
incansablemente en los patios del oriente antioqueño; emulando a Carmentea,
estamos armando enredo propio con la Red de Teatro de La Ceja del Tambo; con
otros grupos y redes como Gavilla
Changoreta, REMIC, CasaEscuela y Asociarce, lideramos el Movimiento Escena
Independiente de La Ceja, convencidos de que el arte, la creatividad y la
cultura son imprescindibles para hacer pedalear este pueblo bicicletero;
tenemos emisarios además en el Consejo Departamental de Teatro, alimentando un
parlare incansable contra la corriente. Condenados a naufragar, seguimos
hundiendo el barco con todo tipo de rutas por seguir, así que hemos sucumbido a
la ingeniería de las luces, el sonido, los químicos y las máquinas escénicas; a
la escultura, la fotografía, la pintura y la performancia, a hacer música y
juntarnos con otros amigos músicos, a danzar y producir espectáculos de danza
de otras compañías como BanuSanaz, a creer en nuestra propia dramaturgia y a
veces a escribirla, a invadir de nuestras sospechas poéticas todos los
arrecifes que se nos atraviesan.
Para terminar, podemos decir con orgullo prudente
que hemos logrado acariciar presupuestos y apoyos de varias entidades
municipales, departamentales y nacionales a quienes pudimos convencer de que la
tierra es redonda, y luego de lo contrario, a discreción de nuestras
convicciones del momento. Becas de creación nacional y departamental,
circulación a otros municipios, regiones y países, proyectos de concertación
del ministerio de cultura y el departamento y apoyos de otras entidades que
alcagüetean la vergüenza de prolongar los vicios de la estética. Más allá de
eso nos mantiene a flote el mapa de nodos amistosos y estratégicos que desde
Instituciones Educativas como el Bernardo Uribe Londoño o el Parque Educativo
futuro de La Ceja, así como los amigos de teatro y tinto, apoyan la terquedad
de hacer arte en un pueblo hasta ahora borrascoso y poco profundo. Sería casi
grosero hacer aquí una lista de premios o reconocimientos, los que al decir de
Ambrose Bierce, son un último recurso de la tortura que merecemos los poetas.
También sería grosero hacer una lista de amigos y compañeros de viaje en estas
travesías, a riesgo de enlodar con olvido a algunos entre tantos.
Teatro
Bitácoras no ha sido ni será este
grupo, o esta compañía que diseña, crea y produce espejismos, sino el mar que dibuja la bitácora abierta e
indecisa que estamos recorriendo.
Artículo publicado en la edición Medellín en Escena-Marzo 2015
Teatro Bitácoras.
Directora. Gisselle Villada.
facebook: Teatro Bitácoras
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