domingo, 17 de enero de 2016

Teatro Bitácoras.
…Norte, sur, oriente, occidente
y yo.
…y vos, y yo, y todos…

Somos Teatro Bitácoras. Somos una tripulación de estudio y creación poética desde y para el escenario y, por ahora, abordamos el nombre de Compañía.  Ahora recorremos las aguas de La Ceja del Tambo, en el oriente antioqueño, y desde aquí, desde este verdadero mar de los sargazos, invocamos el viento de las artes.
Teatro Bitácoras zarpó un 27 de marzo de 2011 con la idea fija de huir despavoridamente del teatro, para reencontrarnos con nosotros mismos, con la corriente perpetua de la búsqueda y con nuestra propia bitácora hacia el teatro que queremos perseguir (pero nunca encontrar, para no cerrar páginas). En la despensa hemos dispuesto pólvora, cine, vino, libros, cómics,  un giroscopio de hueso, pinturas y pintores, la música del mundo, collares y danzas del mundo, harapos, vestidos de alta costura tejidos de legítima impaciencia, a Alexander Mc Queen, una trapera limpia, cadenas para quien no se amotine, recámaras para atraer polizones, tiburones hambrientos, más libros, calculadoras y herramientas de todo tipo de vergüenza, y, sagrado e indispensable: un televisor. Hemos definido nuestras rutas viendo televisión.
Desconfiamos incluso de los mapas, pero los coleccionamos con recelo, pues siendo nuestro destino la tierra movediza de la conciencia humana y, más allá de todo, el de llegar a ninguna parte un martes por la tarde, sabemos que la única brújula confiable es la que desordene al cielo y las estrellas, y desmantele las corrientes que nos guíen.
Durante estos años de zozobra firme hemos conocido algunas islas, alguien podría llamarlas obras o trayectoria artística, cada cual… Iniciamos convirtiendo algunos parques, desde la mirada de Manet, y de nuestras manías afrancesadas, en un paraje del siglo XIX, en los Campos Elíseos, con la obra Desayuno sobre la Hierba (2011). Luego desafiamos las tormentas de la poesía, conjurando su ira con danza, luz y tambores africanos en el montaje Palabras y Tambores (2011). Como un Juego de truanes  y mocosos niños de 8 años, despertamos un dragón y lo llevamos a las plazas a interrumpir la batalla de dos maleducados caballeros medievales, San Jorge y el Dragón (2012). Cumplimos un sueño inhumano: llevamos a la escena algunas de las versiones más trágicas y humanas de la naturaleza humana con la adaptación del cómic La Broma Mortal de Alan Moore; Batman, el Joker y gente asesinada en la producción Batman: Un Motivo para Reír (2013). Cambiando de mares y climas, mantuvimos el sextante fijo en la tragedia y escarbamos en el vientre de Medea, prolongando la danza de los hijos en los brazos, de manera que la furia y la venganza final detonasen desde el combustible materno, Medea Madre (2014). De los viajes recogidos y los anhelos de parajes que aún no conocemos, construimos un recorrido por las músicas, las danzas y los cielos del mundo tal como lo imaginamos, compartiendo escenarios con otros amigos músicos y bailarines: Sobre las Alas del Mundo (2014).  A la luz de las pinturas de Débora Arango, del Roman de Fauvel  del siglo XIX, de la fauna política y la receta tradicional de la morcilla cenamos con las figuras zoogástricas del poder en la obra La Republica de Débora Arango (2014). Justo ahora estamos juntando las últimas monedas para saldar una deuda con nosotros mismos, y atracar en las danzas terribles y apasionantes de lo que puede significar estar en los zapatos de las mujeres, que es una maldición contemporánea más antigua que Andersen o las leyendas nórdicas, con la obra Las Zapatillas Rojas (Junio de 2015). Y claro, como buenos piratas, continuaremos atesorando deudas, anhelando otras islas y proyectos: Gracias a la Beca Nacional de Teatro de Calle “Juglares”,  del Ministerio de Cultura, estrenaremos hacia finales de este año  Momo, Casiopea y los Hombres Grises, para el futuro dejamos los insomnios de La Rumba de la Muerte: una versión negra e injusta de la muerte (para que no nos resulte tan ajena) rumbiando con el muerto de Píper Pimienta, La Balada de la Cárcel de Reading¸ nuestra forma de danzar una cárcel con Óscar Wilde, y una visión teatral de la poesía indígena americana con  Serás como la Tierra.

Por verdadera malicia, la del que esta mojado y empuja a los demás al charco, lideramos una escuela de formación escénica en la que profundizamos sobre dudas e incertidumbres con niños, jóvenes, adultos y abuelas entrañables en La Ceja y otros municipio: sin embargo nuestra escuela no es semillero ni cantera del grupo, lo que nos permite guardarla en la despensa, y llevarla a otros sitios, regando la epidemia, y coleccionando enfermedades de otros creadores, que comparten con nosotros estos procesos de diálogo.
Como a todo solitario la soledad no nos ha respetado y nos ha puesto en muelles y altamar cuadrillas de marineros aliados de todo tipo: Hacemos parte de la Red Movimiento GATO, que maúlla incansablemente en los patios del oriente antioqueño; emulando a Carmentea, estamos armando enredo propio con la Red de Teatro de La Ceja del Tambo; con otros grupos y redes como Gavilla Changoreta, REMIC, CasaEscuela y Asociarce, lideramos el Movimiento Escena Independiente de La Ceja, convencidos de que el arte, la creatividad y la cultura son imprescindibles para hacer pedalear este pueblo bicicletero; tenemos emisarios además en el Consejo Departamental de Teatro, alimentando un parlare incansable contra la corriente. Condenados a naufragar, seguimos hundiendo el barco con todo tipo de rutas por seguir, así que hemos sucumbido a la ingeniería de las luces, el sonido, los químicos y las máquinas escénicas; a la escultura, la fotografía, la pintura y la performancia, a hacer música y juntarnos con otros amigos músicos, a danzar y producir espectáculos de danza de otras compañías como BanuSanaz,  a creer en nuestra propia dramaturgia y a veces a escribirla, a invadir de nuestras sospechas poéticas todos los arrecifes que se nos atraviesan.
Para terminar, podemos decir con orgullo prudente que hemos logrado acariciar presupuestos y apoyos de varias entidades municipales, departamentales y nacionales a quienes pudimos convencer de que la tierra es redonda, y luego de lo contrario, a discreción de nuestras convicciones del momento. Becas de creación nacional y departamental, circulación a otros municipios, regiones y países, proyectos de concertación del ministerio de cultura y el departamento y apoyos de otras entidades que alcagüetean la vergüenza de prolongar los vicios de la estética. Más allá de eso nos mantiene a flote el mapa de nodos amistosos y estratégicos que desde Instituciones Educativas como el Bernardo Uribe Londoño o el Parque Educativo futuro de La Ceja, así como los amigos de teatro y tinto, apoyan la terquedad de hacer arte en un pueblo hasta ahora borrascoso y poco profundo. Sería casi grosero hacer aquí una lista de premios o reconocimientos, los que al decir de Ambrose Bierce, son un último recurso de la tortura que merecemos los poetas. También sería grosero hacer una lista de amigos y compañeros de viaje en estas travesías, a riesgo de enlodar con olvido a algunos entre tantos.
Teatro Bitácoras  no ha sido ni será este grupo, o esta compañía que diseña, crea y produce espejismos,  sino el mar que dibuja la bitácora abierta e indecisa que estamos recorriendo.

Artículo publicado en la edición Medellín en Escena-Marzo 2015
Teatro Bitácoras.
Directora. Gisselle Villada.
facebook: Teatro Bitácoras