Teatro Bitácoras.
El juego de navegar.
Desde el puerto de la infancia,
en un mar de poéticas por descifrar, con el viento libre de la creación
conduciendo nuestras velas, guiados por una brújula errática cuyas flechas y
marcas apuntan al ser humano; navegamos por una ruta sospechada por nosotros
mismos, hacia nosotros mismos… Comenzamos a escribir nuestra bitácora de viaje,
conscientes de los peligros del espíritu y las corrientes caprichosas de los
mares cercanos: hambrientos de la paz tumultuosa del océano abierto, de las
promesas floridas de otros mundos y experiencias, con una esperanza férrea de
que quizás conozcamos el abismo.
Teatro Bitácoras se quiere alejar
del teatro, para que en una expedición de tierras y juegos exóticos, de aguas,
tierras y lenguajes amplios, reaparezca lo que amamos del teatro, y de todas
las luces de la aventura poética. Nos desterramos por propia voluntad hacia la
palabra pura, la imagen inmóvil, el sonido musical del silencio y la paz
silenciosa de todas las músicas, en danza de mástiles, en oración de anclas y
escafandras de óleo, de esmaltes, de rocas y de arcillas: con la brisa del
color en el rostro, con el traje del cielo vistiéndonos entre nubes, estrellas
y bengalas; estudiando el sextante heredado por la historia, en el que la
poesía está señalada por la Osa Mayor , en conjunción con las estrellas de la
ciencia, la técnica y la mística.
Al final, como siempre y para
siempre, ponemos mirada grave de seriedad, porque nada es más serio que un
juego, y nada más serio y grave que un juego de niños. En este juego se nos va
la vida, madurando y creciendo para renacer. Aquí estamos, marineros de la
poesía, acompañados por tantos marineros que navegan y escriben las bitácoras
de sus travesías en busca del paraíso, de la infancia, de la eternidad, de los
calambres del ser, o por lo menos del
encuentro consciente y así, menos triste, de la muerte y del abismo.
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