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Palabras y Tambores:
¡¡¡Árbol Blanco Bienaventurado Grande que Resuena!!!
Presentamos y compartimos con
ustedes esta aventura por la percusión ritual de la palabra, y por las
conversaciones profundas y entrañables que la humanidad ha sostenido con un
tambor. No es este espectáculo teatro de visita, pero vamos a conversar en una
sala de luz.
Los hemos invitado a desarrollar
con nosotros una tesis de espectador, porque sólo se puede tender el lazo entre
el creador y el espectador, si se ha tenido el privilegio de estar en su lugar,
libre de prejuicios y abierto de alma y cabeza. Creemos, y aprendimos de Marga
López, que una lectura poética es un acto escénico, que los lenguajes poéticos
son hermanos, y que la presencia de la palabra en un escenario exige al
espíritu del lector la posibilidad del juego escénico, lo mismo que el juego de
las canicas, exige la libertad deliciosa de poner las rodillas sobre el polvo.
Haremos lectura de poesía, sobre la cuerda floja del escenario, con telones de
música y luces de cuerpo y danza. No es este espectáculo un recital de poesía,
pero es la poesía nuestro único interés.
Palabras y Tambores no es un
concierto, pero entre música virtuosa de nuestro hermano antiguo, Alejandro
Rochat, concertamos en diálogo de luz, cuerpo y palabra, al ritmo negro de
África, y de todos los confines del tambor.
Nos quedamos aquí, la hora
larguita que dura el espectáculo, pero queremos viajar con ustedes, colgados de
las orejas, por el tiempo y el espacio que han construido estos poemas telúricos de hombres, mujeres y culturas,
cuya voz, sentimos, siempre estará incompleta hasta el momento en que llegue a sus entrañas. No es este espectáculo
sólo un espectáculo, depende de nosotros, y de ustedes, que sea una epidemia
que inunde de calambres el hambre de sus vientres.
La poesía se escucha con el
estómago.