domingo, 10 de marzo de 2013


Teatro Bitácoras.
El juego de navegar.

Desde el puerto de la infancia, en un mar de poéticas por descifrar, con el viento libre de la creación conduciendo nuestras velas, guiados por una brújula errática cuyas flechas y marcas apuntan al ser humano; navegamos por una ruta sospechada por nosotros mismos, hacia nosotros mismos… Comenzamos a escribir nuestra bitácora de viaje, conscientes de los peligros del espíritu y las corrientes caprichosas de los mares cercanos: hambrientos de la paz tumultuosa del océano abierto, de las promesas floridas de otros mundos y experiencias, con una esperanza férrea de que quizás conozcamos el abismo.
Teatro Bitácoras se quiere alejar del teatro, para que en una expedición de tierras y juegos exóticos, de aguas, tierras y lenguajes amplios, reaparezca lo que amamos del teatro, y de todas las luces de la aventura poética. Nos desterramos por propia voluntad hacia la palabra pura, la imagen inmóvil, el sonido musical del silencio y la paz silenciosa de todas las músicas, en danza de mástiles, en oración de anclas y escafandras de óleo, de esmaltes, de rocas y de arcillas: con la brisa del color en el rostro, con el traje del cielo vistiéndonos entre nubes, estrellas y bengalas; estudiando el sextante heredado por la historia, en el que la poesía está señalada por la Osa Mayor , en conjunción con las estrellas de la ciencia, la técnica y la mística.
Al final, como siempre y para siempre, ponemos mirada grave de seriedad, porque nada es más serio que un juego, y nada más serio y grave que un juego de niños. En este juego se nos va la vida, madurando y creciendo para renacer. Aquí estamos, marineros de la poesía, acompañados por tantos marineros que navegan y escriben las bitácoras de sus travesías en busca del paraíso, de la infancia, de la eternidad, de los calambres del ser,  o por lo menos del encuentro consciente y así, menos triste, de la muerte y del abismo.

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